Opinión de la obra "Amigos hasta la muerte"

Teatro Alameda. Fecha: 23 de septiembre. Dirección y texto: Javier Veiga. Reparto: Fele Martínez, Marta Hazas y Javier Veiga. Aforo: Algo menos de 500 personas (tres cuartos de entrada).

El Teatro Alameda se adjudicó el pasado viernes el arranque oficial de la nueva temporada teatral malagueña y lo hizo con una comedia de Javier Veiga estrenada una semana antes con gran éxito en Valladolid y que aquí, lamentablemente, tuvo que cancelar la función prevista para hoy domingo dada la escasa respuesta obtenida en taquilla. Este suceso demuestra que el teatro, y sobre todo el público, es una realidad tan imprevisible como injusta, al menos en ocasiones. Resulta difícil señalar la clave que explique por qué una obra como Amigos hasta la muerte no ha contado con un respaldo más decidido: se trata de un trabajo honesto, divertido, que ofrece exactamente lo que promete (diversión durante algo más de hora y media a base de gags y juegos de palabras enlazados con endiablado ingenio), que cuenta con un reparto atractivo (Veiga es un viejo conocido de la afición más fiel del Teatro Alameda y Fele Martínez debe contar, a priori, con el tirón que se asigna a los actores de amplia trayectoria cinematográfica) además de solvente y que, en fin, no engaña a nadie. Es cierto que Amigos hasta la muerte no cuenta nada nuevo y que, como tal, está llena de tópicos: tipos que sacan a relucir la cornamenta a sus mejores amigos, enfermos terminales y chicas muy guays dispuestas a que todo termine entre colegas, pero lo hace de un modo cómplice y efectivo. Veiga, que además de haber escrito el texto dirige el montaje, imprime sabiamente a su invento un ritmo implacable, en el que los actores dan sus réplicas antes con la boca que con la cabeza y que termina funcionando como un partido de tenis a tres en el que el espectador termina esperando la burrada más gorda, lo que constituye un logro admirable. Veiga y Martínez respiran una química elogiable en su refriega, como si jugaran al tú la llevas sin intención de darse cuartelillo, y aunque Marta Hazas se queda un poco rezagada (su personaje es también el menos redondo y el que de menos recursos dispone), el trío sabe olvidarse del oxígeno y mantener el tono frenético hasta el final. El viernes hubo muchos aplausos, pero merecieron más.

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