El verano no es solo tiempo de playa, también de festivales y de teatro clásico. Almagro y Mérida son citas ineludibles para los amantes de las tablas, además de dos lugares emblemáticos donde se respiran siglos de historia. Las actrices Ana Torrent y Marta Hazas, y la directora británica afincada en España, Tamzin Townsend, se enfrentan, por separado, a tres indiscutibles retos en sus carreras. Hablamos con ellas del papel que ocupa la mujer en el teatro de ayer, hoy y siempre.
Papel y boli, por favor. Los 5, 6 y 7 de julio, en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, se estrena, bajo la dirección de Townsend al frente de la compañía de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja), “Tomás Moro, una utopía”, una pieza de varios autores del teatro isabelino y en la que, según se ha confirmado recientemente, participó el mismísimo William Shakespeare. Una semana después recala, tras una breve gira por otras plazas, el clásico de Lope de Vega “El caballero de Olmedo”, con Marta Hazas en el papel protagonista de doña Inés, dando la réplica a Javier Veiga. Si dirigimos la brújula al oeste, llegaremos al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que este año tiene como plato fuerte, del día 10 al 14 de julio, el estreno absoluto de “Fuegos”, una dramatización de la obra de Marguerite Yourcenar, con dirección de Josep Maria Pou y un reparto de lujo formado por Carmen Machi, Nathalie Poza, Cayetana Guillén Cuervo y Ana Torrent encarnando a una Safo tan poeta como acróbata. Se abre el telón.
Mujer hoy. Es la primera vez que las tres debutan en Almagro y Mérida. ¿Cómo lo están viviendo? ¿Qué nos pueden adelantar de estos montajes?
Tamzin Townsend. Sí, es mi primera obra en Almagro y, como comprenderás, me hace muchísima ilusión, además de representar para mí todo un reto. Vuelvo a trabajar con Ignacio García May, autor de la versión, y con quien formo un tándem muy productivo. La obra nos muestra la vida de Tomás Moro, que fue un personaje apasionante: un hombre activo, un lord canciller, lo más alejado de la figura del monje enclaustrado en el monasterio. Alguien dispuesto a morir por su fe, por sus creencias, y a hacerlo con sentido del humor hasta el último momento, ya que, al parecer, soltó un par de bromas macabras cuando iba camino del cadalso. Yo me he quedado absolutamente impresionada con él, con su personalidad y su carácter rebelde, capaz de decirle al rey Enrique VIII “por aquí no paso”. En este sentido, la obra tiene mucho de reflejo de lo que acontece hoy, con todos los movimientos de protesta ciudadana. Por eso me gusta decir que la obra no está hecha “a la moderna”, pero sí es contemporánea.
Marta Hazas. En mi caso el reto está, sobre todo, en que el público reciba bien el verso. Cuando haces comedia contemporánea la respuesta es más inmediata, diría que incluso matemática: el público ríe siempre cuando “toca”. Sin embargo, con los clásicos se nota un respeto en ocasiones excesivo; la gente guarda silencio muchas veces porque no se da permiso para manifestar sus emociones, no están tan familiarizados con lo que ven y, por tanto, no saben si es oportuno o no, por ejemplo, reír. Por eso es tan importante que el verso se entienda, que no entorpezca la humanización del personaje. Los clásicos no pierden vigencia porque tratan de sentimientos universales. “El caballero de Olmedo”, en concreto, tiene versos hermosísimos, que son un deleite para los oídos. Mi personaje, doña Inés, es la eterna enamorada, la típica dama del teatro del Siglo de Oro, pero he querido alejarla del estereotipo de dama boba y plañidera. La verdad es que estoy deseando pisar Almagro, tiene que transmitirte una energía única.
Ana Torrent. Yo te mentiría si digo que no estoy nerviosa ante el estreno en Mérida. Solo como espectadora, cuando he ido a alguna representación, impone. Pero también lo afronto con entusiasmo, claro. Es una oportunidad que no se presenta todos los días. “Fuegos” es una adaptación a la escena de las prosas, con no poca carga poética, que escribió Marguerite Yourcenar tras un fracaso amoroso. Hay mucho en la obra de catarsis, de ir hasta el fondo. El amor es el gran motor de la vida. Y por amor, ya se sabe, se puede sufrir mucho. Por eso la obra es atemporal. Aunque encarnamos a personajes clásicos, lo que decimos, incluso cómo vestimos, formaå parte de un todo al margen de concreciones de tiempo y lugar. El vestuario, por cierto, es de Lorenzo Caprile. Yo interpreto a Safo, pero a una Safo acróbata, que anda siempre a medio camino entre el cielo y la tierra.
El texto es uno de los más maravillosos con los que me he enfrentado;
es poético, metafórico, lleno de imágenes sobrecogedoras.
P. Hay como un espejo invertido en dos de los montajes: mientras que “Tomás Moro, una utopía” es una obra principalmente “de hombres” dirigida por una mujer, en “Fuegos” solo hay personajes femeninos, pero quien lleva la batuta es Josep Maria Pou. ¿Creen que se puede hablar de una mirada femenina en la dirección escénica? ¿Perciben diferencias sustanciales entre tener un director o una directora?
Tamzin Townsend. Yo sí creo que existe la mirada femenina. Y pienso que se ve en todo lo que hago, en todos los montajes que dirijo. Los hombres suelen ir más a los hechos, al qué de la cuestión, mientras que a mí, y esto me parece que es muy de mujeres, me interesa mucho más la psicología, el cómo y el porqué.
Ana Torrent. A mí, de primeras, me da igual que me dirija un hombre o una mujer. Lo que importa es que haya conexión desde el principio, que se hable un mismo idioma.
Marta Hazas. Pues yo sí encuentro diferencias. Siempre es malo generalizar, pero diría que los hombres suelen ir más al cliché, al estereotipo, aunque hay de todo, claro está. Con Mariano de Paco, el director de “El caballero de Olmedo”, por ejemplo, el trabajo en los ensayos se basa fundamentalmente en el diálogo con los actores, te permite aportar; aunque muchas veces una se da cuenta de que su aportación estaba ya en una indicación que él había dado.
Tamzin Townsend. Lo que también habría que preguntarse es por qué en España hay tan pocas directoras y tan pocas dramaturgas. Me parece algo escandaloso, un retraso que no tiene justificación.
Marta Hazas. Supongo que es una cuestión de tiempo. En las escuelas, desde luego, ganan las mujeres por goleada.
P. Y en los patios de butacas... A lo mejor es una impresión equivocada, pero ¿no hay en el público más mujeres que hombres?
Ana Torrent. Sin duda. Y, además, las ves que muchas veces quedan en grupo.
Tamzin Townsend. Sí, es verdad. Es muy raro ver a dos hombres yendo juntos al teatro, quedan para otras cosas. Sin embargo, con las mujeres sí pasa, y muy a menudo.
P. Y, en este sentido, ¿les parece que el teatro, además de reflejo de lo que ocurre alrededor, puede ejercer una función de motor de cambio?
Marta Hazas. Por supuesto, tiene que ser también un revulsivo. Hay demasiados tópicos dañinos en lo que respecta a la mujer que el teatro, en su modestia, puede contribuir a derrumbar.
Tamzin Townsend. El teatro es un organismo vivo. Yo no podría entenderlo de otra manera.
Ana Torrent. Sí, las mujeres tenemos todavía mucho por lo que pelear. Y un escenario es una plataforma estupenda para transmitir muchas cosas: el entretenimiento no está reñido con la reflexión, todo lo contrario.
P. ¿Qué respuesta esperan recibir del público con estas obras en las que estan inmersas? ¿Creen que van a funcionar bien? ¿Piensan que el sesgo clásico puede ser un obstáculo para el éxito?
Tamzin Townsend. Siempre me pongo en el lugar del espectador. De hecho, cuando estoy dirigiendo los ensayos y un actor no me convence, no me transmite, utilizo una excusa perfecta: “Soy inglesa, no te entiendo. Dilo mejor”. Llevo aquí ya 20 años pero me viene muy bien usar esa estrategia. Creo que “Tomás Moro, una utopía” va a entrar muy bien: es una obra con un personaje fascinante y a la vez fluida, que no pesa, con momentos muy divertidos.
Marta Hazas. Con respecto a lo que dices del miedo a lo clásico, hay que reconocer que las culpas están muy repartidas. Se han hecho montajes infames, que espantaban a cualquiera. En mi opinión, es compatible pensar en el público a la vez que ser fiel a la obra. Se trata de que los personajes lleguen al espectador. Con “El caballero de Olmedo” notas cómo la gente va entrando poco a poco hasta alcanzar una conexión maravillosa. Todo el mundo, de hecho, se sabe los versos famosos: “Que de noche le mataron...”. Recuerdo que cuando hicimos la función en Santander, que es mi tierra, se me pusieron los pelos de punta, porque viví una comunión fantástica con el público.
Ana Torrent. Yo espero sentir eso en Mérida con “Fuegos”, ojalá. Pienso que irá bien. Es una obra de mujeres, como comentábamos antes, pero cuyo alcance es universal. Aunque es posible que la entienda mejor el público femenino. En esencia, lo que van a ver es a mujeres entregando su vida a otras personas y, en el caso de mi personaje, de Safo, a otra mujer.
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