Cuando Marta Hazas (Santander, 1977) veía películas de los años 50 con su abuela y soñaba con ser actriz, no se podía ni llegar a imaginar que acabaría dando vida a un montón de mujeres. Entre ellas, a una chica que luciría esa moda sofisticada que a ella tanto le apasiona. Porque la inolvidable inglesa de la serie 'Bandolera' es ahora Clara, la sexi y atrevida secretaria de 'Velvet' (A-3TV), un papel que, sin ser protagonista, no para de crecer. Además, de vez en cuando se divierte y nos divierte en el programa 'El hormiguero'.
–Menudo bombón de papel supone Clara Montesinos, de 'Velvet'.
–Estoy muy contenta, sí. Cuando me llegó fue como un sueño hecho realidad, porque yo quise ser actriz por las películas de los años 50 que veía con mi abuela. Es una estética que me encanta, me apasiona. Si hubiera tenido que coger una serie a la medida, hubiera elegido 'Velvet'.
–Sí, porque Clara luce unos modelos sensacionales.
–El equipo de Helena Sanchís, que es la jefa de vestuario de 'Velvet', me mima muchísimo. Me ha tocado vestir, además, esa moda de tubo, que es fantástica. Y, como hago de secretaria y modelo, no llevo la bata del taller. Mis compañeras en la serie tienen ahí una ropa maravillosa y casi siempre van con bata.
–¿Es tan coqueta como Clara? –En el día a día soy presumida. Me gusta la ropa e ir guapa, pero no soy tan 'lady' como ella.
–Sin ser protagonista, su papel brilla con luz propia.
–Estoy muy enamorada de mi personaje. No hubiera elegido otro.
–Es sexi, pero muy inteligente... –Sí, tiene muchos matices. Porque, es atrevida, pero a la vez vive en los años 50, cuando la mujer no estaba tan liberada como lo está ahora... Tiene una dosis interesante de ambición, pero es una buena persona.
–¿Comparte su ambición? –Sí, porque es la única manera de conseguir avanzar y superarte. Pero solo si es sana y no tienes que pisarle la cabeza a nadie.
–Clara no busca agradar a todos.
–Es que yo desconfío de la gente que quiere agradar a todo el mundo. Eso es imposible. Ni siquiera a mí me gusta todo el mundo (ríe). Yo creo que te tienes que gustar a ti y, a partir de ahí, las cosas van bien.
–De su relación con Mateo (Javier Rey) saltan verdaderas chispas.
–Es una relación divertidísima. Nos metemos mucha caña. Pasamos del amor al odio en un segundo.
–Sin desmerecer a la pareja protagonista, la suya da mucho juego.
–Lo que ocurre con las tramas secundarias es que te permites lujos que unos protagonistas no pueden, ya que deben llevar el peso de la serie. Los guionistas no pueden hacerles esos picos tan histriónicos y cambiantes, tienen que llevar una tónica más moderada para que les duren muchos capítulos.
–¿Evolucionará la relación? –Sí, porque Clara no va a permitir estancarse. En esta segunda temporada quiere avanzar en su relación con Mateo y se va a meter en unos líos... En plan comedia de enredo romántica. Se va a enfangar mucho.
–Esta entrega ha empezado realmente fuerte. –Sí, como en la primera ya presentamos a los personajes y ya los conocemos, empieza cañón y con unas situaciones muy divertidas.
–Donde sí hizo de protagonista fue en 'Bandolera'.
-En Bandolera fue una serie muy especial para mí. Me encantó hacer el papel de la inglesa Sara Reeves. Porque es una mujer fuerte, que monta a caballo, que dispara y es sensible a la vez. Fue muy importante para mí que la productora Diagonal me diera la oportunidad de hacer un papel de ese peso en una serie. Es lo que yo iba pidiendo... [ríe].
–Una serie de 500 episodios... –Sí, supuso una gran oportunidad para curtirme como actriz. Además, hacíamos cosas increíbles para ser una serie diaria. Teníamos muchos exteriores y unas escenas de acción muy importantes...
–Para eso están los dobles, ¿no? –No, no, yo nunca los he tenido. Todo lo hacía yo. Me gusta involucrarme. Hombre, si hubiera tenido que hacer una locura, no, claro; pero algo como montar a caballo, que es accesible, ¿por qué no?
–Se lo toma como un aprendizaje. –Es que es lo más bonito de esta profesión. Ser actor te permite aprender un montón de disciplinas que no te habrías planteado de otro modo. Porque en tu vida normal no ves muy útil aprender esgrima o a montar a caballo.
–Y se viven muchas vidas. –Sí, tienes la oportunidad de meterte en la piel de personas muy distintas y justificar cosas que no harías jamás. Por ejemplo, si tienes que interpretar a un asesino o a alguien que hace cosas contrarias a ti, a tu forma de pensar. En mi caso sería alguien que maltratara a los animales. De pronto te encuentras con que debes justificar qué te lleva a esos rincones. Es muy interesante.
–O hacer de una desequilibrada en 'Gran Hotel'. Ese era un papel de reparto en una serie muy coral, pero no pasó desapercibido.
–Sí, en esa serie estaba realmente muy loca. Era genial. Ese sí que fue un trabajo muy divertido, porque fue salir de tener la responsabilidad de un papel protagonista y llevar el peso de una serie –Bandolera–, y entrar en una producción de Bambú para hacer esa locura de mujer que hablaba con su muñeca.
–Ese personaje resultaba inquietante y divertido a partes iguales. ¿Cómo lo construyó? –Jugué mucho y, además, conté con la ayuda de los directores de la serie: Carlos Sedes, que fue el primero con el que empecé a grabar, y Silvia Quer y David Pinillos, que llevaban ya dos temporadas con 'Gran Hotel' y ya sabían muy bien lo que necesitaban en esa tercera. Con lo que yo solo me dejé guiar. Guionistas y directores me llevaron por ese camino y me tiré a la piscina. La verdad es que estoy contenta con el resultado.
–En 'Gran Hotel' y en 'Velvet' se ha codeado con los grandes.
–Sí, con José Sacristán, Concha Velasco, Ángela Molina, Lluís Homar... En ambas series, mirara para donde mirara, todos eran grandes y me sentía muy afortunada. Porque esta profesión es muy de día a día, se aprende en cada trabajo. Y cuando tienes unos ojos delante que te miran como lo hacen los suyos... aprendes oro y te subes a su carro. Son ellos los que te llevan, vamos.
–También tuvo papel en 'El internado'... ¿Con qué serie se queda? –Cada una la recuerdas como las novias de los boleros. La primera oportunidad me la dio Fernando Navarrete en Telemadrid. Luego vino El internado, con Globomedia, que me sirvió para ser una actriz conocida y figurar un poco en las quinielas para entrar a trabajar en televisión. Después, 'Bandolera' me dio la oportunidad de tener un papel protagonista de peso. En 'Gran Hotel' pude hacer de una loca divertidísima, y, ahora, 'Velvet' me ha venido en un momento... que ya no puedo pedir más. Yo digo: «¡Virgencita, que me quede como estoy!».
–Si escasea el cine, ¿es la tele una tabla de salvación? –Yo he llegado un poquito tarde a esa época en la que se hacían más películas en España; ahora hay pocos proyectos. Pero soy feliz con lo que hago, y más con los trabajos que me han tocado. Porque no soy de esas actrices que espera la llegada del cine haciendo tiempo en la televisión. Cuando en el teatro me tachan de actriz televisiva, no me lo tomo ni como algo peyorativo. Yo digo: «Pues sí, y a mucha honra. Y, además, hago teatro. Pero sí: soy televisiva, sí señor».
–Y, ahora, más que nunca, porque la ha fichado 'El hormiguero'. ¿Cómo surgió esa colaboración? –Ya había ido unas seis veces como entrevistada. Además, conocía a Juan [Ibáñez] y Damián [Mollá], las hormigas, porque habíamos doblado un corto de animación. Juan me tanteó: «¿Quieres que Pablo Motos te proponga una sección?». Y como hay tan buen rollo en el programa, no lo dudé. Al principio me ponía un poco nerviosa, pero hablar a cámara y el riesgo del directo me recuerda mucho a la adrenalina del teatro...Además, son todos muy majos; me cuidan mucho.
–Es una sección de desmentidos. –Sí, de cosas que surgen por internet, refranes, bulos... Nos reímos un poco de todas esas cosas.
–¿Usted se ha sentido víctima de algún rumor?
–No, nada de nada. Los periodistas siempre me tratáis muy bien. Y espero que esto no cambie.
–Es la parte fea de la fama, ¿no? –Supongo que eso tiene que ser difícil. Yo solo vivo la parte buena: la gente es amable por la calle, los restaurantes, encantadores... [ríe] A mí me gusta trabajar para la gente, porque lo mío es un trabajo de comunicación –aparte del disfrute que yo me lleve– y me encantan las reacciones de la gente.
–En su trabajo en 'El hormiguero', ¿no poder parapetarse tras un personaje lo hace más difícil? –Soy un poco tímida. Soy cántabra, y como los del norte somos más cerrados, me cuesta. Pero, aunque eres tú, lo haces desde ese alter ego de alguien que se pone en esa situación y que va a pasárselo bien.
–¿Qué vieron en usted? ¿La consideraron simpática, cercana? –La verdad es que no sé por qué me han fichado. Pero es que soy muy afín a su humor y a su manera de hacer, y nos hemos entendido muy bien. Son muy trabajadores, y cuando veo un sitio en el que hay gente con talento y que trabaja mucho, ahí quiero estar yo [ríe].
–Pero no deja de lado el teatro.
–Nooo. El 1 de noviembre hago de doña Inés (don Juan es Fernando Cayo), en el Tenorio que, desde hace 30 años, representan en Alcalá de Henares actores muy conocidos.
–¿Estudió Periodismo como un plan b? ¿No piensa ejercerlo? –Ojalá que no, que pueda vivir siempre de la interpretación... Está muy bien tener una carrera; no me arrepiento. Pero, como tenía muy claro que quería ser actriz, la enfoqué con todas las optativas que me podían ir bien: literatura, cine... He aprendido cosas para estar detrás de la cámara que me han venido muy bien para ponerme delante.
–¿Y hacer en una serie de periodista, algo que está tan de moda?
–¡Pues sería muy divertido! Así podría decir: «Mira, el título ya no está colgado de adorno» [ríe].
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–Menudo bombón de papel supone Clara Montesinos, de 'Velvet'.
–Estoy muy contenta, sí. Cuando me llegó fue como un sueño hecho realidad, porque yo quise ser actriz por las películas de los años 50 que veía con mi abuela. Es una estética que me encanta, me apasiona. Si hubiera tenido que coger una serie a la medida, hubiera elegido 'Velvet'.
–Sí, porque Clara luce unos modelos sensacionales.
–El equipo de Helena Sanchís, que es la jefa de vestuario de 'Velvet', me mima muchísimo. Me ha tocado vestir, además, esa moda de tubo, que es fantástica. Y, como hago de secretaria y modelo, no llevo la bata del taller. Mis compañeras en la serie tienen ahí una ropa maravillosa y casi siempre van con bata.
–¿Es tan coqueta como Clara? –En el día a día soy presumida. Me gusta la ropa e ir guapa, pero no soy tan 'lady' como ella.
–Sin ser protagonista, su papel brilla con luz propia.
–Estoy muy enamorada de mi personaje. No hubiera elegido otro.
–Es sexi, pero muy inteligente... –Sí, tiene muchos matices. Porque, es atrevida, pero a la vez vive en los años 50, cuando la mujer no estaba tan liberada como lo está ahora... Tiene una dosis interesante de ambición, pero es una buena persona.
–¿Comparte su ambición? –Sí, porque es la única manera de conseguir avanzar y superarte. Pero solo si es sana y no tienes que pisarle la cabeza a nadie.
–Clara no busca agradar a todos.
–Es que yo desconfío de la gente que quiere agradar a todo el mundo. Eso es imposible. Ni siquiera a mí me gusta todo el mundo (ríe). Yo creo que te tienes que gustar a ti y, a partir de ahí, las cosas van bien.
–De su relación con Mateo (Javier Rey) saltan verdaderas chispas.
–Es una relación divertidísima. Nos metemos mucha caña. Pasamos del amor al odio en un segundo.
–Sin desmerecer a la pareja protagonista, la suya da mucho juego.
–Lo que ocurre con las tramas secundarias es que te permites lujos que unos protagonistas no pueden, ya que deben llevar el peso de la serie. Los guionistas no pueden hacerles esos picos tan histriónicos y cambiantes, tienen que llevar una tónica más moderada para que les duren muchos capítulos.
–¿Evolucionará la relación? –Sí, porque Clara no va a permitir estancarse. En esta segunda temporada quiere avanzar en su relación con Mateo y se va a meter en unos líos... En plan comedia de enredo romántica. Se va a enfangar mucho.
–Esta entrega ha empezado realmente fuerte. –Sí, como en la primera ya presentamos a los personajes y ya los conocemos, empieza cañón y con unas situaciones muy divertidas.
–Donde sí hizo de protagonista fue en 'Bandolera'.
-En Bandolera fue una serie muy especial para mí. Me encantó hacer el papel de la inglesa Sara Reeves. Porque es una mujer fuerte, que monta a caballo, que dispara y es sensible a la vez. Fue muy importante para mí que la productora Diagonal me diera la oportunidad de hacer un papel de ese peso en una serie. Es lo que yo iba pidiendo... [ríe].
–Una serie de 500 episodios... –Sí, supuso una gran oportunidad para curtirme como actriz. Además, hacíamos cosas increíbles para ser una serie diaria. Teníamos muchos exteriores y unas escenas de acción muy importantes...
–Para eso están los dobles, ¿no? –No, no, yo nunca los he tenido. Todo lo hacía yo. Me gusta involucrarme. Hombre, si hubiera tenido que hacer una locura, no, claro; pero algo como montar a caballo, que es accesible, ¿por qué no?
–Se lo toma como un aprendizaje. –Es que es lo más bonito de esta profesión. Ser actor te permite aprender un montón de disciplinas que no te habrías planteado de otro modo. Porque en tu vida normal no ves muy útil aprender esgrima o a montar a caballo.
–Y se viven muchas vidas. –Sí, tienes la oportunidad de meterte en la piel de personas muy distintas y justificar cosas que no harías jamás. Por ejemplo, si tienes que interpretar a un asesino o a alguien que hace cosas contrarias a ti, a tu forma de pensar. En mi caso sería alguien que maltratara a los animales. De pronto te encuentras con que debes justificar qué te lleva a esos rincones. Es muy interesante.
–O hacer de una desequilibrada en 'Gran Hotel'. Ese era un papel de reparto en una serie muy coral, pero no pasó desapercibido.
–Sí, en esa serie estaba realmente muy loca. Era genial. Ese sí que fue un trabajo muy divertido, porque fue salir de tener la responsabilidad de un papel protagonista y llevar el peso de una serie –Bandolera–, y entrar en una producción de Bambú para hacer esa locura de mujer que hablaba con su muñeca.
–Ese personaje resultaba inquietante y divertido a partes iguales. ¿Cómo lo construyó? –Jugué mucho y, además, conté con la ayuda de los directores de la serie: Carlos Sedes, que fue el primero con el que empecé a grabar, y Silvia Quer y David Pinillos, que llevaban ya dos temporadas con 'Gran Hotel' y ya sabían muy bien lo que necesitaban en esa tercera. Con lo que yo solo me dejé guiar. Guionistas y directores me llevaron por ese camino y me tiré a la piscina. La verdad es que estoy contenta con el resultado.
–En 'Gran Hotel' y en 'Velvet' se ha codeado con los grandes.
–Sí, con José Sacristán, Concha Velasco, Ángela Molina, Lluís Homar... En ambas series, mirara para donde mirara, todos eran grandes y me sentía muy afortunada. Porque esta profesión es muy de día a día, se aprende en cada trabajo. Y cuando tienes unos ojos delante que te miran como lo hacen los suyos... aprendes oro y te subes a su carro. Son ellos los que te llevan, vamos.
–También tuvo papel en 'El internado'... ¿Con qué serie se queda? –Cada una la recuerdas como las novias de los boleros. La primera oportunidad me la dio Fernando Navarrete en Telemadrid. Luego vino El internado, con Globomedia, que me sirvió para ser una actriz conocida y figurar un poco en las quinielas para entrar a trabajar en televisión. Después, 'Bandolera' me dio la oportunidad de tener un papel protagonista de peso. En 'Gran Hotel' pude hacer de una loca divertidísima, y, ahora, 'Velvet' me ha venido en un momento... que ya no puedo pedir más. Yo digo: «¡Virgencita, que me quede como estoy!».
–Si escasea el cine, ¿es la tele una tabla de salvación? –Yo he llegado un poquito tarde a esa época en la que se hacían más películas en España; ahora hay pocos proyectos. Pero soy feliz con lo que hago, y más con los trabajos que me han tocado. Porque no soy de esas actrices que espera la llegada del cine haciendo tiempo en la televisión. Cuando en el teatro me tachan de actriz televisiva, no me lo tomo ni como algo peyorativo. Yo digo: «Pues sí, y a mucha honra. Y, además, hago teatro. Pero sí: soy televisiva, sí señor».
–Y, ahora, más que nunca, porque la ha fichado 'El hormiguero'. ¿Cómo surgió esa colaboración? –Ya había ido unas seis veces como entrevistada. Además, conocía a Juan [Ibáñez] y Damián [Mollá], las hormigas, porque habíamos doblado un corto de animación. Juan me tanteó: «¿Quieres que Pablo Motos te proponga una sección?». Y como hay tan buen rollo en el programa, no lo dudé. Al principio me ponía un poco nerviosa, pero hablar a cámara y el riesgo del directo me recuerda mucho a la adrenalina del teatro...Además, son todos muy majos; me cuidan mucho.
–Es una sección de desmentidos. –Sí, de cosas que surgen por internet, refranes, bulos... Nos reímos un poco de todas esas cosas.
–¿Usted se ha sentido víctima de algún rumor?
–No, nada de nada. Los periodistas siempre me tratáis muy bien. Y espero que esto no cambie.
–Es la parte fea de la fama, ¿no? –Supongo que eso tiene que ser difícil. Yo solo vivo la parte buena: la gente es amable por la calle, los restaurantes, encantadores... [ríe] A mí me gusta trabajar para la gente, porque lo mío es un trabajo de comunicación –aparte del disfrute que yo me lleve– y me encantan las reacciones de la gente.
–En su trabajo en 'El hormiguero', ¿no poder parapetarse tras un personaje lo hace más difícil? –Soy un poco tímida. Soy cántabra, y como los del norte somos más cerrados, me cuesta. Pero, aunque eres tú, lo haces desde ese alter ego de alguien que se pone en esa situación y que va a pasárselo bien.
–¿Qué vieron en usted? ¿La consideraron simpática, cercana? –La verdad es que no sé por qué me han fichado. Pero es que soy muy afín a su humor y a su manera de hacer, y nos hemos entendido muy bien. Son muy trabajadores, y cuando veo un sitio en el que hay gente con talento y que trabaja mucho, ahí quiero estar yo [ríe].
–Pero no deja de lado el teatro.
–Nooo. El 1 de noviembre hago de doña Inés (don Juan es Fernando Cayo), en el Tenorio que, desde hace 30 años, representan en Alcalá de Henares actores muy conocidos.
–¿Estudió Periodismo como un plan b? ¿No piensa ejercerlo? –Ojalá que no, que pueda vivir siempre de la interpretación... Está muy bien tener una carrera; no me arrepiento. Pero, como tenía muy claro que quería ser actriz, la enfoqué con todas las optativas que me podían ir bien: literatura, cine... He aprendido cosas para estar detrás de la cámara que me han venido muy bien para ponerme delante.
–¿Y hacer en una serie de periodista, algo que está tan de moda?
–¡Pues sería muy divertido! Así podría decir: «Mira, el título ya no está colgado de adorno» [ríe].
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