–«Bandolera». ¿Qué tiene usted de bandolera?
–El espíritu de la picaresca española. Soy pícara, como casi todos.
–Dígame qué le puede llevar a echarse al monte o a la serranía...
–La supervivencia o que les hagan daño a los míos.
–Ésta fue tierra de bandoleros. ¿Lo sigue siendo?
–Sí, claro. Los españoles tenemos alma de bandoleros. Pero al menos a los de antes se les veía el trabuco.
–¿Los que han provocado esta crisis son peores que los bandoleros del siglo XIX?
–No lo dudo ni un momento. Aquéllos tenían alguna justificación, alguna ética. Lo de ahora sólo es codicia.
–Da vida a una pija inglesa que llega a España y se hace bandolera. ¿Por qué?
–Más que por amor a un hombre, por ideales. Está contra el caciquismo y las injusticias. Es más anarquista que otra cosa.
–La pretenden dos hombres, un guardia civil y un campesino. ¿Es bueno tener los hombres de dos en dos?
–No. Debe de ser agotador. A mí los hombres me gustan uno detrás de otro, guardando un orden.
–El rudo campesino es la pasión; el guardia civil, el amor. ¿Prefiere...?
–Depende del momento. Mi personaje está confuso. Yo, menos. Me imagino que elegiría al guardia civil.
–Podría decirse que está entre la rebeldía y el orden. ¿Con qué se queda?
–Con la rebeldía dentro de un orden. Soy una mujer de caos ordenado.
–Durante siete temporadas ha sido la Amelia de «El internado». Es actriz de series...
–Es donde me han dado oportunidades. Las que se hacen hoy aquí no tienen nada que envidiar al cine.
–Pero necesita hacer teatro...
–Sí, porque ahí las riendas las tienes tú. El subidón de adrenalina del escenario no tiene precio.
–Ha sido madrina de un orangután. Se veía que eso no podía durar...
–Ja, ja, ja. Nos separaron, se lo llevaron a un zoo de Londres.
–Es licenciada en Periodismo. Hágase una pregunta.
–Vale. ¿Qué va a ser de ti, Marta?
–Respóndase, por favor.
–Pase lo que pase, siempre me quedará Santander.
–O Curro Jiménez...
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